El Cielo en la Tierra

Por Alfredo Pinto

Ser feliz en los aplausos, en la adulación, en el reconocimiento, más tarde que temprano, se convertirá en dolor, soledad y amargura. Pero ser feliz en el anonimato nos permitirá alcanzar la verdadera libertad y paz en nuestro corazón.

Ser feliz es tener el valor de reconocer nuestros errores y como consecuencia de ello decir, “PERDÓNAME”.

Ser feliz es entender que, más que los éxitos, son los errores los que forjan y construyen nuestra capacidad de lucha.

Ser feliz es reconocer que la felicidad está en el camino y no en la meta. Y en ese caminar encontraremos tropiezos, dificultades, decepciones que, solo con un “PERDÓNAME” sabremos sortear sin dificultad.

Ser feliz es tener la capacidad de recibir un NO por respuesta y responder con una sonrisa y un GRACIAS. Es aceptar que en el viaje de la vida encontraremos muros que parecerán infranqueables y que solo un “TE AMO” los derribará.

Ser feliz es tener la inteligencia de alegrarnos con el éxito de los demás, pues ellos son nuestros compañeros en el camino que tendremos que recorrer.

Las personas felices no buscan dinero para serlo, por la sencilla razón que la mayoría de las cosas que nos dan felicidad son gratis. Abrazar a nuestros padres, el compartir en familia, el tener amigos, un beso de nuestra pareja, ver unos hijos hermosos, un día de campo o de playa, el aire, la naturaleza, el paisaje y podría seguir enumerando miles de razones para ser felices y son gratis.

La persona verdaderamente feliz tiene claro el escalafón de sus prioridades, colocando en primer lugar el amor, el respeto, la amistad, la vida, una sonrisa, un abrazo y lo demás; incluído el dinero, llegarán por añadidura.

Me gustaría que usted, recordara que la única persona que siempre estará y lo acompañará hasta la muerte es usted mismo, que Dios le ha creado con toda la capacidad para ser feliz y tener un Cielo aquí en la tierra. La palabra de Dios dice “EL REINO DE LOS CIELOS LO ARREBATAN LOS VALIENTES” y usted es valiente para arrebatar el reino de los Cielos y tomarlo para sí.

Un abrazo, Alfredo.