
Historia
Los Preparativos
Como sucede con todos los colombianos cada vez que haya que hacer o cumplir con algo, todo se deja para último momento. Ya se sabía, desde julio de mil novecientos ochenta y nueve que había que cumplir con la familia en Cali. Que no se debía improvisar como sucedió en Bucaramanga y que el interés y la buena voluntad de los “Caleños” para el éxito de la convención, ya estaba demostrada con la primera presentación.
Pero, como diría Ever Castro, de que nos valió todo eso? De nada, porque pasó el tiempo sin que se propusieran mayores cosas para el compromiso que se avecinaba o se tomara alguna decisión de fondo. Todo lo programado fue a último momento puesto que cuando se acercaba la hora cero, Julio de mil novecientos noventa y uno, no se tenía nada decidido; se propuso, coma última alternativa, la idea del circo la cual fue aceptada de inmediato y, puesta en práctica. Se empezó por la distribución, de manera voluntaria, de los papeles que cada quien debía representar.
Se procedió a la elaboración de los diferentes disfraces, actividad que se llevó a cabo en la casa de la 27 durante largas y pesadas horas de trabajo, en el que colaboró la casi totalidad de quienes tomarían parte en la actividad, resultando de esta ardua labor todo un equipaje, cargamento que hubo necesidad de embalar
adecuadamente y confiar a la buena voluntad de Yolanda Gordillo, quien viajaría anticipadamente a Cali.
A este periplo familiar se sumaron, entre otros, Luis Eduardo Hernández y su hija Sandra; el presbítero Miguel Barrera miembro putativo de la familia Pinto Jiménez y heredero espiritual del también presbítero Ernesto Pinto Jiménez; Margarita María Otero; Luz Mireya Montenegro y Amparo Silva, brillando por su ausencia por diferentes circunstancias la familia Pinto Hernández; Helda María Quiñónez; Juan Carlos Otero; Carlos Fernando Pinto y Josué Gómez.
El Viaje
Se inició el viernes veintiocho de junio de mil novecientos noventa y uno: fue toda una odisea. La estrechez económica de muchos de los participantes obligó a entregar toda la confianza de la efectividad y seguridad del viaje en el flamante “Toyota” de Luis Eduardo, quien por primera vez nos acompañaba. No existe certeza de si fue la mano de algún mecánico o la influencia negativa de Matilde o de Amparo (las solteras sin compromiso del paseo), las que hicieron que el campero empezara a fallar apenas al inicio del largo viaje pues en el puente de pescadero como cualquier “mula” resabiada, se detuvo negándose a continuar el camino. Los improvisados mecánicos Luis Eduardo, Fernando, Gabriel y Jairo hicieron lo imposible, usaron las peripecias y artimañas conocidas y gastaron todas sus ideas (hasta la del palo) en procura de hacer caminar el automotor, terminando por llevarlo a “empujones” hasta el Municipio de Girardot no sin antes detener la marcha en San Gil, el Socorro, Bogotá y Tocaima, sitio donde la caravana finalmente se disolvió volviendo a integrarse ocasionalmente en Girardot, al cabo de 17 horas continua de marchas y detenciones forzadas por el vehículo “insignia” del paseo.
Esa mañana del veintinueve de junio en el puerto ribereño de Girardot, donde se pretendió descansar algunas horas del prolongado viaje, el 80% manifestó de alguna forma su intención de abortar la convención y regresar, muchos por el cansancio del viaje, al cual se sumó la madrugada en esa población amenizada con vallenatos mal interpretados por algún conjunto de los muchos que sonaban en las casetas del puerto y que conmemoraban quien sabe que fiesta , y otros pensando en las peripecias que nos deparaba el resto del camino por el comportamiento del Toyota.
La salvación se presentó en Flandes pues a la entrada de esta población luego de cruzar el puente sobre el río Magdalena, ávidos del alimento matinal (léase desayuno) se divisó un vetusto e improvisado taller de mecánica administrado por un Santandereano, el cual, sin mayores complicaciones encontró y saneó la falla mecánica del campero que no era otra que la mala instalación de una arandela en la bomba del freno, pieza mecánica que su propietario había hecho instalar nueva en uno de los talleres especializados de la Toyota en Bucaramanga, pretendiendo, precisamente, evitar contratiempos.

De ahí en adelante todo fue un paseo, no tanto por el buen comportamiento de los vehículos sino por la belleza que nos brindaba la geografía en Departamentos como el Tolima y el Quindío con su paso por Ibagué , Cajamarca, La Línea, Calarcá y Armenia, rematando en la inmensidad del Valle del Cauca sembrado de sorgo, soya y cañadulzales para llegar, luego de las seis de la tarde del sábado veintinueve, a la casa de los Manrique Pinto donde nos esperaban, tanto los residentes en Cali, como las personas que habían viajado por otros medios.
Sobra hacer alguna referencia al recibimiento que nos prodigaron, pues está en la memoria de todos. También es innecesario hablar de la fenomenal reunión que se cumplió esa noche de francachela y comilona, al término de la cual se hizo entrega del recuerdo de las familias Bumanguesas, la camiseta y la cachucha adornada con el logotipo de la convención, diseñado por Elsa de Gómez, el cual, por decisión unánime distinguiría a partir de ese momento estas reuniones familiares.
La Estadía
Son bien conocidas las capacidades organizativas de los Manrique Pinto, Pinto Madrigal y Pinto Galvis las cuales se hacen manifiestas tanto en la permanencia de los convencionistas en esa ciudad durante los días treinta de junio y primero de julio de mil novecientos noventa y uno, como con las demostraciones previas, patentes en el folleto donde mostraban de manera perfectamente aquello que nos esperaba durante esos hermosos días y las actividades en el lago Calima.
Cómo olvidar la belleza de la casita de campo de la familia Madrigal perdida entre la campiña que encierra a la ciudad señora, como se conoce a Buga, sitio a donde se llega luego de atravesar por una inmejorable carretera, los paisajes del Valle del Cauca, lugar paradisíaco y donde semana tras semana Juancho, en achaque de visitar a sus suegros les desocupa el bar?

Esto es materialmente imposible porque allí transcurrió uno de los días más increíbles entre música de acordeón y guitarra, tragos y bocados de la sabrosa carne ahumada, cuyo secreto pertenece a Ariel Madrigal y que constituye la herencia más preciada del yerno consentido, porque Juanchito, en achaques de aprender la fórmula mágica visita con frecuencia la hacienda de “La Habana”, no sin antes detenerse en la catedral del Señor de los Milagros en peregrinación, para no ser olvidado en el testamento.
Quien no recuerda en “Cerrito”, el museo de la caña o ”Piedechinche” donde se aprecia con lujo de detalles la evolución trapichera desde el más elemental hasta el más sofisticado de estos exprimidores de caña, pasando por todas las técnicas empleadas durante todo ese lapso en la comercialización e industrialización de su jugo?
Tal vez lo que más arraigo ha tenido en los convencionistas, es el sancocho de Ginebra. Uno de los más exquisitos platos típicos de que se tenga noticia, ya que es difícil concebir que alguien que lo haya degustado, al recordarlo no traiga a su memoria y al paladar el gusto por el increíble caldo, la sabrosura de la gallina y lo crocante de los enormes y tostados patacones.
Del recorrido que se hizo en grupo por todos los sitios turísticos de esa cosmopolita Capital, existen gratos recuerdos fotográficos: la Capilla de San Antonio donde contrajeron matrimonio Jaime y Marcela; el mirador de la Colina de Cristo Rey, donde se aprecia la magnitud de la ciudad y la imponencia del Valle del Cauca, que dan fe de las bondades del Creador; la colina de Sebastián de Belalcázar lugar donde Elvira olvida su brújula, cuando pretende hacerse pasar por improvisada guía.

Se visitó la iglesia de la Ermita, monumento histórico de arquitectura gótica; la de las Mercedes; la plaza de Caicedo y se apreció la imponencia de las construcciones del centro; los alrededores del Museo de la Tertulia y sus parques aledaños; la vía rosa con sus fuentes, discotecas, hoteles, clubes nocturnos y centros comerciales; el estadio, los coliseos, la plaza de toros y la calle quinta, epicentro del comercio y de las actividades nocturnas de esa Capital.
El Viaje al Lago Calima
Las sorpresas seguían. Se informó por parte de los organizadores, (así se había consignado en los folletos) que la sede convencional seria la casa de campo de los Madrigal localizada en “La Habana”, pero tal parece que todo fue un sofisma de distracción porque allí se comunicó a los viajeros que la verdadera sede en “Calima” , paradisíaco lugar enmarcado por el hermoso lago artificial que da vida a la imponente y poderosísima planta eléctrica de “Anchicaya”, donde se encuentra un inigualable centro vacacional ubicado a hora y media de Cali. Hacia allí nos encaminamos, luego de las visitas antes mencionadas.
La caravana salió en horas de la mañana con metas previamente señaladas: El suculento almuerzo en Ginebra (cortesía de “Los Caleños”) y la visita a la vinícola Grajales a donde se llegó promediando la tarde; allí además de degustar las sabrosa, uvas champagne que se dan casi silvestres, se hizo un recorrido por la antigua planta procesadora de vinos; un guía fue explicando paso a paso el proceso y enseñando las enormes cavas y barriles, los gigantescos embalses y, por último, la embotelladora en donde, con la única excepción de los A.A. del combo Fernando y Alcira se consumieron burbujeantes y espumosas botellas de vino fresco y helado cortesía de los Grajales. En este lugar Juan Pinto (el viejito) nos dió ejemplo de cómo se consume esta bebida, de a dos botellas sin “resollar”, degustación que nos hizo retomar el camino hacia el lago, con alegría y optimismo.
Un inolvidable detalle esperaba a la caravana en la llegada al centro recreacional. La ubicación de las familias se había organizado para los adultos, en cabañas y para los jóvenes que así lo quisieran, en carpas; para todos, una nota con un bello mensaje y una fresca rosa roja sobre la cama.

A partir de este momento se inició la fiesta y esa noche, hasta el presbítero de la convención, Miguelito, vio nacer el nuevo día al calor de unos tragos y de una acalorada, pero cordial y agradable charla sobre dogmática religiosa, que nadie entendió pero que todos pensaron haber resuelto, con sus improvisadas opiniones.
Lo mejor vino a partir del día siguiente. Luego de la Eucaristía, oficiada por Miguelito, se inauguró el programa con las miniconferencias familiares a cargo de un representante de cada familia. La nota alegre de Juancho y Diana con la lectura del cuento: Te Queremos, Ana María, y la presentación en sociedad de la bella criatura inspiradora de esta emotiva pieza literaria. La triste, nostálgica y a la vez fuente de esperanza, de confianza en el Creador y alegría para toda la familia a cargo de Juan Pinto Jiménez y Silvia Inés Quiñónez Pinto quienes nos hicieron partícipes de sus problemas de salud, gracias a Dios superados, y de sus alegrías al sentirse nuevamente en el mundo de los vivos. La emprendedora, a cargo de Beatriz Pinto de Otero quien al contar a la concurrencia parte de sus intimidades familiares y de sus problemas a raíz de la enfermedad de José Vicente, dió una muestra de superación increíble al sacar adelante y colocar en primera línea la empresa que con tanto sacrificio y esfuerzo creó su marido. La de unión familiar a cargo de Fernando. Y la de tecnicismo y modernismo en las pausadas voces de Eliana Fernanda y Jaime.
Para decantar los ánimos exaltados con las vivencias de la mañana vinieron los juegos de concurso (bolos, billar, sapo, ping pong) que arrojaron varios campeones: en billar y sapo (y en este último no por lo ídem sino por la habilidad en meter la argolla en la jeta del animal) Jairo Quiñónez; en bolos Gabriel Gómez y en Ping Pong Elsa de Gomez y Jaime Pinto, recibiendo como premio, a mas de los aplausos, “costosísimos” obsequios cortesía de Tecnoquímicas, y una buena provisión de ”Blanco del Valle” y de “Superior de Santander” . Algunos aún no se recuperan del salpullido que les dejaron las aromáticas lociones.
El jueves fue el clímax; lo máximo; el despertar del artista oculto que existe en cada una de las personas. Luego de disfrutar de las bellezas del lago, de visitar el museo en el corregimiento que da el nombre al lugar, en donde las sardinas aprovechándose de la ingenuidad de los nativos posaron con ellos frente a las vetustas máquinas de los bomberos y de escoger entre apreciar la imponencia de la hidroeléctrica, fruto de la capacidad humana (el paseo por Anchicaya) o el paseo en lancha por el lago hasta “Donde ponen las garzas”, se procedió al acto boom de la convención: las presentaciones artísticas.
Pero antes de seguir es preciso mencionar la visita al lugar donde se encuentra la poderosa maquinaria que mueve la represa de “Anchicaya”. Para llegar a este sitio es necesario descender en el interior de la tierra casi cien metros para estar dentro de toda esa tecnología y con el atronador ruido de las turbinas, apreciar la temeridad de algunas de las mujeres (Marcela, Alcira , Silvia y Diana) que con riesgo para su integridad personal y aun de sus vidas , treparon por una empinada escalera adosada en la pared para acompañar a Jaime a apreciar la furiosa y estruendosa caída de las aguas. Solo faltó doña Zoraida, a quien se le aconsejó que no fuera para que tuviera el tiempo necesario de pegarse “su rascadita”

Las Presentaciones
Con un plagio de uno de los tradicionales cuentos infantiles que denominaron “Blanca Nieves y los Tres Enanos” se abrió la presentación cultural a cargo de los “Caleños”. El atractivo de este sainete no fue la posuda y alzadita Blanca Nieves (Paola); o el sollado príncipe azul (Jaime) montado en su caballito de madera; ni la malosa y desencajada bruja (Marcela); ni la envidiosa, odiosa y ceremoniosa madrastra (Juancho); ni mucho menos el entrometido cojo (Diana) con su edecán en bicicleta (Ana María); no, todo el espectáculo lo dieron los enanos, pero no tontín, o el tímido, o gruñón, o feliz, sino ombligón (Elvira) y risotadas (Eliana y Jenny), quienes a más de divertir al público se gozaron ellos mismos has ta el extremo de que “ombligón” parecía hecho de gelatina hacienda buches.

La réplica a la presentación de “Los Caleños” fue algo sin precedentes pues ni el mismo elenco esperaba un éxito tan estruendoso y rotundo.
AI son de la marcha circense el presentador y animador (Gabriel) ofreció a la concurrencia el espectáculo más grande del mundo, “El Constituyen Circus”, propiedad de espectaculos “Columbian Pintus”, integrado en su gran mayoría por animales de todas las especies, función que se inició con un gran desfile encabezado por la gracia, el salero y la elegancia de las despampanantes bastoneras (Zorayda, Alcira y Beatriz), para dar paso a la postura varonil y atlética de] domador (Fernando) que con su destreza en el manejo del látigo y hacienda gala de un valor sin igual sometió con facilidad la ferocidad de los leones (Silvia Inés e Iván Ernesto); la impresionante mole de los elefantes (Amparo y María Angelica); la fenomenal estatura y corpulencia de la jirafa (Yolanda); la peligrosidad de las afiladas fauces del lagarto (Elsa); la fiereza e imponencia de King Kong (Inés); la placidez de la hormiga culona (Lucia Beatriz); la gracia y el donaire de las mariposas (Lina María y Johanna María) y la picardía y tozudez del conejo (Matilde).
Como no recordar la gracia elegancia y soltura de los payasos “Panelita” (Gabriel) y “Carenalga” (Jairo) quienes convertidos en cirujanos realizaron en pleno escenario una peligrosa intervención quirúrgica para extirpar a dona Tremebunda (Mariela) unos peligrosos quistes toráxico abdominales que le impedían todo movimiento. Tampoco puede pasarse por alto la sugestiva y sexi danza-manbo interpretada por “Carenalga” con su “amiguita” de turno la controvertida “Chorro’e Pus”, (lo cual a la postre le creó series problemas con su bastonera).
Todos pudieron apreciar la imponencia de los músculos y la descomunal fuerza de “Pachus Pichus” (Francisco José); las habilidades y destreza de las “Mimos” (Javier Enrique, Margarita María, María Victoria y María Gisela); la perfecta interpretación de Mac Padon (Gabriel Ricardo) quien deleitó al público con una fabulosa imitación; la fastuosa presentación del baile de los “Enanos” (ninguna imitación a la anterior, fue pura coincidencia) a cargo de “Antanitas” (Elsa Liliana) y su inseparable “Pirinola” (Claudia Juliana) (también es mera coincidencia con cierto político capitalino).

Por último, la aparente insignificancia de la hormiga culona (Lucia Beatriz) realzó de manera integral la idiosincrasia de los integrantes del grupo.
Este fastuoso espectáculo se remató con una parodia según la cual los animales sublevados frente a la dominación, el poderío y el despotismo del domador, convocan una “Asamblea Nacional Constituyente”. Tras hacer un juicio “imparcial” (con mico, lagarto y rey de los poderes a bordo), revocan el mandato al domador y par unanimidad y quince votos más, ordenan la extradición de este “tirano”.

La fiesta continuaba y el regocijo era cada vez mayor. Vino a continuación la mini-obra “Don Deudoroteo”; la familia Gómez Quijano con la colaboración de Zorayda, Mariela, Amparo, Luis Eduardo y Fernando, presentan un reflejo de ocurrencia cotidiana (plagiado por Salom Becerra en “Don Simeon Torrente ha dejado de Deber”). En ella, se presenta a don Deudoroteo con sus angustias, necesidades y obligaciones incumplidas y finalmente frente a su impotencia y desilusión, cansado de deber, de evadir a sus acreedores y de pretender a base de ilusiones sacar avante a su familia, recibió al fiado y casi que a la fuerza, un billete de la “suerte”, en el preciso momento en que maquinaba la forma de evitar sus innumerables obligaciones. Su genial idea consistió en hacerse el muerto para de esta manera burlar a quienes diariamente se aparecían por su casa a cobrarle la leche, el pan, el arriendo, el mercado, etc., recibiendo esa misma mañana en que iniciaba la mofa, dos noticias, una buena y otra mala; la buena, que el billete que le había dejado el lotero el día anterior era el premiado con el “gordo” y la mala, que como no había cancelado su importe y había muerto, el único beneficiado con el premio mayor era el vendedor de ilusiones, noticia, esta si, que le produjo la muerte de manera fulminante.
“Todos al Juicio” se llamó el sainete de la inspiración de Silvia Inés y Sofía Cristina, no solo un buen final para esta fastuosa tarde de alegría, integración y cultura sino también el surgir de unas cualidades innatas de estas jóvenes abogadas de oficio. Basta recordar sus intervenciones para afirmar, con mínimo margen de equivocación, que muy pocos abogados con cierto recorrido judicial pudieron hacerlo mejor.

Acusaron a Juan Pinto Amado de ser responsable directo de estas reuniones por haber conocido a María Magdalena Jimenez Parra, haberse casado con ella y sin planificación familiar alguna (ni siquiera la de la televisión) haber engendrado trece hijos y a sus ochenta y dos años ser el protagonista de esa convivencia de locura, se le declaró culpable, además, de tener a tanta gente como “víctimas indefensas” de la alegría y el esparcimiento; por estas razones solicitaron sentencia condenatoria para este personaje.
No fue menos emotiva la posición de la defensa. Fundamentó sus planteamientos en refutar la posición del representante del pueblo con sólidos argumentos tales como la belleza natural de la “traga” del acusado; la comprensión, el sacrificio y la ayuda mutua de la pareja en la crianza de los trece angelitos, la incapacidad económica para comprar elementos suntuarios como el televisor; (cuando este aparato hizo su aparición en el País los Pinto Jiménez ya frisaban varios lustros); la capacidad moral del acusado y sus principios éticos que le impedían hacer uso de los métodos anticonceptivos resaltando, palabras textuales: “su ardua labor en el MAN FARO, perdón, el FAR0 MAN, durante más de cuarenta años para terminar como “JEFE DE DEV0LUCIONES” .
La sentencia no se hizo esperar y el Juez implacable ante las evidencias presentadas por los sujetos procesales y atendiendo un veredicto unánime, sentenció al acusado a “ASISTIR PER SECULA SECULORUN A TODAS LAS CONVENCIONES HASTA EL ANO TRES MIL..
Al término de esta tertulia todo fue alegría, comunicación, integración, camaradería y como remate, la fogata a la luz de la luna, la tomata y el baile junto a las cabañas. Todos, con las excepciones ya mencionadas, consumieron grandes cantidades de “Blanco del Valle ” y saldos de “Superior” siendo los más afectados Gabriel y Marcela quienes trapearon con sus traseros buena parte de las instalaciones del centro recreacional para terminar, en ultimas, en compañía de la melodiosa , sensual y acariciante voz de Yolanda , “serenatiando” a toda la concurrencia.
Adiós a Cali! Hasta un pronto retorno!
Así se despidieron los convencionistas esperando volver a reunirse en Cartagena 93 como quedó previamente acordado
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