
Historia
El Cumpleaños 80
Tal vez nadie se acuerde donde ni quien propuso la idea de hacer una reunión familiar. Es factible que todo hubiera sido producto del acaso. Cierto es que la familia Pinto Jiménez, sus afines, consanguíneos y un amplio número de muy buenos amigos a raíz del onomástico número ochenta del pater familia JUAN PINTO AMADO decidieron hacer una reunión con el fin de celebrar la ocasión. Pese a que la fecha era el cuatro de junio, se cumplió entre el 20 y el 23 del mencionado mes de 1.989 en la casa que durante muchos años fue centro de múltiples reuniones, de grandes celebraciones y del inicio de nuevas ramas familiares que engrosaron el frondoso árbol genealógico de la familia Pinto Jiménez.
Fue allí, en la carrera 27 Nº 19-37 de la ciudad de Bucaramanga, donde se conocieron, se enamoraron y comprometieron y finalmente contrajeron matrimonio:
Beatriz y José Vicente Otero
Elvira y Argemiro Manrique
Fernando e Ines Martínez
Alcira y Jairo Quiñones
Elsa y Gabriel Gómez
Guillermo y Yolanda Gordillo y
Alfredo y Beatriz Hernández
y aún cuando los demás hijos de Juan y María no celebraron sus bodas en esta ciudad, dejaron en la casa grandes recuerdos de sus primeros pinitos en la fraternidad y en el amor.
La idea de la celebración surgió de las hermanas mayores, como siempre alegres y bulliciosas, con la influencia reguladora de la moderada Beatriz. Ellas se encargaron de comunicar la idea a los demás miembros de la familia siendo aceptada de inmediato sin objeción alguna. Por el contrario, todos hicieron valiosos aportes el éxito de la misma, surgiendo del grupo la propuesta de que la reunión no se limitara solo a la conmemoración del cumpleaños ya referido, sino que se llevara á cabo un acto de tinte cultural teniendo en cuenta las capacidades, conocimientos y aptitudes de cada uno de los integrantes del núcleo familiar.
Fue por el año de mil novecientos ochenta y nueve. El cuatro de junio se aproximaba y lo programado superaba ampliamente las expectativas. Por ello, la conmemoración hubo de posponerse para el veinte del mismo mes. Una exquisita arepa de maíz pelado fue la vianda que se sirvió para atender a los muy queridos visitantes de Cali Mío, quienes no cesaban de ponderar las maravillas de la cocina Santandereana ya muy esquiva a sus paladares. Ajena a las exquisiteces de la comida criolla de estos lados, Diana se apartó de las delicias del paladar mientras añoraba las bondades de la carne ahumada preparada por su muy ilustre progenitor.
Después en una sencilla ceremonia, Elsa Pinto de Gómez hizo entrega de una preciosa obra de su inspiración: el árbol Genealógico que hoy luce en las paredes de los hogares de la familia y se exhibe como testimonio de un acontecimiento sin precedentes.

La Eucaristía
No puede desconocerse que lo mejor que podía darse a Juan de la Cruz Pinto Amado para su onomástico, a más de reunir a toda su descendencia (11 hijos, 22 nietos y 2 bisnietos para la época), era la celebración de la santa misa. Fue así como la prole Pinto Jiménez, acompañados de las familias Pinto Zárate, Jiménez Contreras, Jiménez Martínez, Tristancho Jiménez, Rey Jiménez, parientes, yernos y nueras y múltiples amistades, celebró la Santa Misa, rito Eucarístico de ocurrencia cotidiana en el seno de la familia y sin el cual el patriarca considera incompleta la celebración de su onomástico. La capilla de Los Dolores sirvió de escenario para que el sacerdote Ricardo Vanegas oficiara, como centro de una tradición histórica en el corazón de la antigua Bucaramanga que tantos y tan gratos recuerdos evoca la memoria de quienes trasegaron el solar nativo. Matizado por una especial solemnidad, el ritual sirvió de marco para la integración y la apertura de las festividades.
El Cóctel
Al término de la Eucaristía se programó una pequeña reunión en la casa paterna; pero ¡oh sorpresa!; aquello que se suponía un pedazo de pastel y una sencilla farra alcohólica de los Pinto Jiménez con sus afines, terminó convirtiéndose en uno de los mejores y más bulliciosos "cocteles bailables" de que se tenga noticia.
La ceremonia conmemorativa presagiaba ser parca y se había delegado en Fernando las palabras de bienvenida antes de la partida del pastel. Pero, quien empezó el desorden? Quien convirtió lo ceremonioso en la mejor de las fiestas que pueda recordarse?
Muchos le achacan la iniciativa al reverendo Vanegas, devoto sacerdote pero alegre y parrandero como todas las personas de su edad; otros aseguran que fue el circunspecto Argemiro con su pausado, rítmico y lujurioso vallenato y hay quienes sostienen que fue el reivindicado Fernando para desahogar el nudo que le atravesaba la garganta luego de su magnífica intervención . Sin embargo quien inició el desorden, cuenta la historia, fue la persona de quien menos se esperaba por lo solemne y pomposo de sus actuaciones y por sus finos modales dados los estrechos vínculos, a los diferentes clubes elegantes y a lo más granado de la sociedad Bumanguesa: Beatriz Pinto de Otero.
Sin que esto constituya una crítica, la verdad es que todos, sin excepción, participamos y gozamos de la fiesta hasta su culminación. Nos sorprendió la alborada entre chistes, bailes y chascarrillos, danzas de enamorados; bailes de conquista; bailes tristes y de despedida como el de Gloria de Gutiérrez tal vez el último de su vida pues para la época se encontraba a las puertas del más allá; bailes de recocha como la mayoría de los protagonizados por Narciso Rodríguez, cariñosamente conocido como "terciopelo" sin olvidar, el pasito dum dum de Efrain Enrique Otero; clareando el alba la serenata ranchera de Alirio Fonseca y lo más granado de la fiesta, el coro "Pinto Jiménez y Flia" interpretando las bellas canciones: "Catafal y Cuando la neve" traídas, la primera, del viejo continente por el inolvidable presbítero Ernesto Pinto Jiménez y, la otra, de la experiencia estudiantil de Gómez Quijano en sus años mozos.

Las actividades posteriores
Reza el refrán que "un clavo saca otro clavo". Nada mejor para el desenguayabe, que un nuevo trago amenizado con los shows preparados por las delegaciones venidas de las diferentes ciudades (Bucaramanga y Cali) sedes de las familias Pinto Jiménez.
Cali se hizo presente con los Manrique Pinto, Pinto Madrigal, Pinto Galvis y Matilde Pinto, con uno solo, pero estupendo espectáculo el cual denominaron "La Historia del Baile", presentando independientemente y con lujo de detalles, en los que se incluían trajes típícos alusivos a la época y cada una de las danzas, las secuencias históricas del vals de Marcela y Jaime; el Rock and Roll de Jhony y Paola; la cumbia con Argemíro y Elvira, del pasodoble de Juan y Diana intercalando, cada una de estas apariciones, con escenas y coreografías de sin igual proyección más una pequeña muestra del pernil de Matílde quien debutó como conejita en un bar de dudosa reputación de los "Caleños".
La respuesta a tan magistral interpretación la inició Fernando Pinto en la guitarra con la interpretación de "Solamente una vez", acompañado en la flauta por su hijo Ivan Ernesto y la sonrisa complacida, tímida y feliz de Ines y de María Angélica; Carlos Fernando, como siempre, se ocupaba de "Recochar" con sus primas.
Pudimos apreciar, a continuación del set musical, una pequeña obra teatral denominada por sus creadoras, las hermanas Quiñónez Pinto, "El Camino de la Vida" en la que a grandes rasgos se apreció el ciclo de la vida humana antes de su gestación con el espermatozoide fecundando al óvulo, pasando por el nacimiento, el crecimiento, la vejez y la muerte, quedando como corolario de este pequeño montaje una enseñanza: que la vida puede ser y es lo que realmente cada uno de nosotros quiere que ella sea.
La sorpresa de la noche fue descubrir las capacidades histriónicas de las gorditas de la familia las Beatríces Otero, quienes acompañadas de Rosita de Saldarriaga y de Gloria de Gutiérrez, deleitaron a la concurrencia con una parodia de la telenovela del momento "El Cacique y la Diosa". Maravilloso espectáculo dado que el grupo de la familia Otero, con galeno a bordo, los Pinto Gordillo, entre otros opacaron y superaron ampliamente al elenco de la televisión. Si no lo creen, vean el video.
No podía faltar, para el remate en este día de programación alegre y amena el show de los Gómez Pinto y su carnal Maríela Toledo con el montaje del sainete "Colombia en Desgracia", con elenco y libretos propios e inéditos. La representación, entre burlas y mofas al estilo Gomez, hizo alusión a la situación Nacional con sus graves problemas de para?? violaciones a los derechos humanos, de corrupción generalizada y de narcotráfico ofreciendo utópica solución, esperanza de todos los Colombianos, la cual se fundamenta en la solidaridad, la colaboración y la buena voluntad ciudadanas.

Una nostálgica despedida dejó en el ambiente la idea de repetir el encuentro en otras latitudes y proyectarlo como una constante mantener la integración y la unidad familiar que por esos días empezaba a mostrar pequeñas pero peligrosas fisuras, las cuales, para beneplácito de todos han sido superadas. Por unanimidad se decidió, ya con carácter de convencion, que la integración se cumpliría cada dos años con la vinculación de nuevas familias, las familias de nuestros amigos, señalándose como sede para la siguiente la hermosa ciudad de Cali.
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