Por: Jaime Pinto
Todavía recuerdo cuando tenía alrededor de nueve o diez años y me quejaba con mi mamá de que la familia no hacía viajes, que yo no conocía otras ciudades fuera de Bucaramanga, y que nunca tenía oportunidad de conocer nada fuera del pueblo que me vió nacer. Ella, tan paciente como siempre, apenas me miraba y acariciándome el cabello con su mano deformada y adolorida por la artritis, me decía, “Tranquilo mijo, algún día tendrá oportunidad de viajar y conocer muchas tierras, tantas que hasta se cansará y deseará poder descansar de tanto viaje”. Nada más premonitorio que sus palabras.
Continuar leyendo “El día que llegué a los Estados Unidos”
